Algunas
de las más bellas expresiones de admiración por la belleza de las cosas
creadas las encontramos en los salmos. Varios de ellos nos invitan a
descubrir la mano de Dios Creador en la naturaleza, como el Salmo 19:
El cielo proclama la gloria de Dios;
de su creación nos habla la bóveda celeste.
Los días se lo cuentan entre sí;
las noches hacen correr la voz.
Aunque no se escuchan palabras
ni se oye voz alguna,
el mensaje llega a toda la tierra
y hasta el último rincón del mundo,
hasta donde el sol tiene su hogar.
Y el sol sale como un novio de la habitación nupcial,
alegre como un atleta al emprender su camino.
Nace el sol por un lado del cielo
y da la vuelta hasta llegar al otro,
sin que nada pueda huir de su calor.
(Salmo 19, 1-6)
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